lunes, 18 de abril de 2011

COÍN EN ÉPOCA ANDALUSÍ

© 2009 Francisco Marmolejo Cantos
Capítulo correspondiente a la población de Ḏakwān, extractado del libro Históricas y Arqueológicas del Medievo en Coín.


Bajo dominio de Ibn Ḥafsūn

Disponemos de datos suficientes para afirmar, sin temor a equivocarnos, que Ḏakwān estuvo bajo control de ‘Umar ibn Ḥafsūn desde los primeros momentos de la fitna, pese a que sus orígenes permanecen aún inciertos y los testimonios más tempranos se remontan al siglo X. El Muqtabis III de Ibn Ḥayyān recoge la primera noticia histórica que se tiene sobre Ḏakwān con motivo de una campaña contra Bobastro emprendida por el emir ‘Abd Allāh en el año 294/907. Sobre esta expedición decía el profesor Francisco Simonet que, al fin, marchó contra ‘Umar ibn Ḥafsūn una hueste cordobesa capitaneada por Abān y Aḥmad. Salieron de Córdoba el primero de mayo, pasando por Tarifa, Algeciras, y otros puntos de aquella costa; después entraron en la circunscripción de Rayya, pasando por Turruš Jušayn, Fuengirola, Coín y Casarabonela, desde donde, atravesando el río llamado Wādī Banī ‘Abd al-Raḥmān, llegaron sobre Bobastro. 

Habrá que convenir que esta campaña se emprendió en el año 294/907, aunque son muchos los arabistas y medievalistas que afirman que tuvo lugar en 284/897. Según Joaquín Vallvé la discordancia en las fechas tiene su explicación si se analiza la cronología, que claramente indica que fue el año 294/22 de octubre de 906–11 de octubre de 907, lo que ocurre es que Ibn Ḥayyān erróneamente la sitúa diez años antes. Más concretamente, la confusión se debe a que en estas dos fechas se llevaron a cabo dos expediciones dirigidas por el infante Abān y que recibieron ambas el mismo nombre: aceifa de Algeciras.

Lo cierto es que la expedición se detuvo en Ḏakwān para librar batalla, y ésta acabó con derrota de Ibn Ḥafsūn y consecuencias nefastas para la defensa de Bobastro. Cuenta Ibn Ḥayyān que “el temporal parecía movido por un ejército de demonios. Arrancaba árboles, volaban techos y arrasaba las tiendas clavadas en el campamento. Entonces se tocó a retirada, yéndose el ejército hacia la costa, infiltrándose en las guaridas de los insurrectos, pasando por el alcázar de Marsà al-Šaŷara, por el baluarte de al-Ŷanna, Turruš Jušayn, hasta Ḏakwān, que se hallaba al margen del río. Se acampó en este lugar el día lunes primero de junio –mes cristiano– y se produjo un combate que fue funesto para el ejército del maldito Ibn Ḥafsūn”. 

Murieron de los suyos doce oficiales, entre los cuales figuraban dos grandes jefes: Aḥmad Ibn Jayrūn e Ibn al-Aysar y se capturó una tropilla de doce caballos. Desertaron de sus filas doce soldados mercenarios de Tánger, que se pasaron a filas del gobierno. Igual derrota sufrió en el castillo de Bunayra (Casarabonela), donde murió un oficial tangerino, huyendo los otros. La deserción en las filas de Ibn Ḥafsūn iba en aumento, pues de los soldados de Tánger, en esta última refriega, pasaron trece jinetes a las filas del gobierno.

Las tropas omeyas siguen avanzando hasta llegar a Archidona el mismo día de la fiesta de San Juan, el miércoles 24 de junio de 907. La capital de la circunscripción malagueña estaba entonces en poder de ‘Umar Ibn Ḥafsūn y, en nombre de éste, su gobernador entabló negociaciones con el príncipe Abān; tras la entrega de rehenes consiguió la retirada de la fuerzas reales, que llegarán a la capital de Elvira el 1 de julio. El ejército omeya emprende finalmente el regreso a Córdoba el sábado 2 de dū l-qada (15 de agosto de 907). 

Pedro Chalmeta matiza que, durante esta campaña contra Ibn Ḥafsūn, tras el encuentro de Coín, “doce ṭangīyūn del rebelde se pasaron al ejército cordobés; luego en Casarabonela cayó un tangerino de los leales, otro morirá después en Archidona, pero desertaron trece”. Será ésta la primera vez que aparezcan reseñados los temidos ṭangīyūn (tangerinos), uno de los más distinguidos cuerpos de soldados integrados en la estructura militar andalusí. 
Indica Chalmeta que a los aḥšām se les encargará la tenencia y guarnición de las plazas recobradas por el Estado, entre ellas la de Coín. Los denominados aḥšām eran sin embargo los mejores soldados del ejército andalusí, ellos conformaron las tropas profesionales, siempre a disposición permanente, y ventilaron la mayoría de los encuentros contra los rebeldes. 

De estos tiempos se conserva hoy en la ciudad de Coín uno de los cenobios rupestres de ámbito periurbano más grandes de la provincia de Málaga; pese a que, en nuestros días, no pasa de ser una serrería para la fabricación de palés de madera, que no logra culminar su declaración como Bien de Interés Cultural. 

2. Fortificación  

Volvemos a encontrar nueva referencia a Ḏakwān en el año 308/920, dejando entrever su condición de pueblo fortificado y fronterizo. Es el pasaje que más se repite en los textos árabes y tiene su origen en el Mujtasar ta’rīj al-Tabarī escrito por ‘Arīb ibn Sa‘īd (siglo X). Lo que se ha venido en llamar la Crónica de ‘Arīb dice textualmente: 
“Este año fue conquistada al-Mundat, situada frente a Cártama, en la cora de Rayya. Fue también construida la fortaleza de Castro Ḏakwān, a la que (al-Nasir) dotó de hombres y provisiones”.

Esta noticia además de figurar en la Crónica de ‘Arīb también es reseñada en el Muqtabis V de Ibn Ḥayyān y consta también en la Crónica Anónima de ‘Abd al-Raḥmān III al-Nasir, pero con un laconismo que la deforma, así como en el Bayān al-mugrib de Ibn ‘Iḍhārī, aunque algo corrupta
El pasaje escrito por Ibn Ḥayyān (siglo XI) copia y reproduce íntegramente el texto de ‘Arīb, añadiendo cierta referencia a un personaje muy conocido, Ibn Antuluh, acaso obtenida de otro texto de la época. Reseña en su Muqtabis V:
“En este año se conquistó al-Maydāt, en el alfoz de Cártama de la Cora de Riyya, construyendo allí el sultán la fortaleza de Ḏakwān, donde emplazó con mercenarios y pertrechos a Yahyà b. Zakariyyā b. Antuluh”.  

La Crónica Anónima de ‘Abd al-Rahman III al-Nāsir viene a ser un extracto del pasaje que Ibn Ḥayyān toma de ‘Arīb. Resulta confusa y divergente de la versión primaria, acaso por una mala interpretación del pasaje que copia del Muqtabis. Dice así: “en este año fortificó Ḏakwān el castillo de Castro, y metió en él hombres y pertrechos”

La interpolación que existe en esta Crónica Anónima ha llevado a pensar durante años a muchos medievalistas que el topónimo Ḏakwān tiene su génesis en los Banū Ḏakwān y que algún miembro de este linaje debió fortificar esta población. Sin negar este posible origen y sin caer en generalidades, la aparición posterior del Muqtabis V ha desvanecido un tanto esta hipótesis, junto a otros trabajos específicos que han tratado y estudiado con rigor la presencia en la península del conocido linaje beréber de los Banū Ḏakwān. Por lo que sabemos, existe contrariedad en las fuentes árabes sobre sus orígenes: Ibn al-Faradī afirma que procedían de la zona de Jaén; Ibn Ḥayyān dice que eran de los beréberes de Faḥs al-Ballūṭ. En cualquier caso, ninguno de los dos autores ofrece datos concretos sobre la tribu a la que pertenecían. Tampoco existe información sobre el momento en que se produce su paso a al-Andalus desde el Norte de África. Su más antiguo representante documentado es Abū Bakr ‘Abd Allāh b. Harṭama b. Ḏakwān, residente en Córdoba durante el siglo X, tuvo tres hijos y falleció en 981

La fuente más tardía que se hace eco del pasaje de ‘Arīb es el conocido Bayān al-mugrib escrito por Ibn ‘Iḍhārī (siglos XIII-XIV) que no vamos a reproducir aquí por razones obvias.

3. Época de cambios
Los textos andalusíes dejan constancia de la actividad intelectual y literaria que irradió desde la pequeña alquería de Coín, en especial desde época almohade. La publicación de la obra histórica de Ibn ‘Askar ha permitido conocer unos versos compuestos aquí en el siglo XII por los afamados poetas Ibn Kisrà y Šākir. La escena trascurre a las afueras de Coín, en un río de exiguo caudal con grandes peces, en el que se retrata naturaleza y paisaje; sin que podamos extraer ningún dato de interés al objeto de nuestro estudio; con la salvedad de que se le otorga el calificativo de alquería, lejos todavía del rango urbano que predicamos para época nazarí.
Que sepamos el poeta Šākir ibn Muḥammad ibn al-Ḥasan ibn Muḥammad ibn Kāmil al-Ḥadramī, también llamado Abū l-Ḥusayn y conocido por Ibn al-Fajjar, era tío materno del maestro Abū Bakr Ibn Daḥmān. Se exaltan sus virtudes y cualidades personales y se deja constancia de su estrecha amistad con Abū ‘Alῑ Ibn Kisrà. 
Šākir fue acusado de estar implicado en el levantamiento que, en 1190, inició Alī al-Ŷazīri contra los almohades en Marrakech y se extendió luego por al-Andalus encontrando adeptos. Sus biógrafos cuentan que fue llevado esposado con otros desde Málaga a Sevilla tras producirse lo que llaman “la desgracia de al-Ŷazīri”, y que murió a consecuencia del miedo que aquello le produjo. Šākir falleció en Sevilla en 586/1190-01 y, aunque fue liberado, nunca consiguió reponerse de ello. Los autores árabes, entre ellos Ibn ‘Iḍhārī, ponen de manifiesto que los seguidores de al-Ŷazīri pertenecían a la más baja ralea; no obstante las fuentes silencian por qué se adhirió a este movimiento un personaje de estas características. Que sepamos Šākir cultivó en vida tanto la prosa como la poesía, llegó a ser nombrado visir en tiempos de al-Mansūr y fue hijo del eminente escribano y poeta malagueño Abū ‘Abd Allāh Ibn al-Fajjār.
Abundante información se conoce sobre la vida y obra de su notable padre, fallecido en el año 539, también conocido como Ibn al-Fajjār (el hijo del alfarero). Sobre su hermana tan sólo se conoce que se casó con Abū Āmir Daḥmān y que de ese enlace tuvieron a un hijo, llamado Abū Bakr Ibn Daḥmān, quien también cultivó la poesía como su tío
En lo tocante al poeta malagueño y katib Abū ‘Alῑ Ibn Kisrà, fallecido en 1207, se conservan interesantes noticias en la Iḥāṭa de Ibn al-Jatῑb, que lo califica de poeta excelso y prolijo en las formas poéticas postclásicas. No pasa por alto a sus maestros y discípulos, y resalta su condición de niño precoz, bien relacionado en ambientes cortesanos.  
De manera testimonial cabría añadir para época almohade que, en el catálogo de manuscritos árabes de la biblioteca de El Escorial, confeccionado en el siglo XVIII por el arabista Miguel Casiri, con la trascripción propia de la época, se recoge a un personaje malagueño llamado “Mohamad b. ‘Ali b. Joseph b. Monthreph Alamvi” que fallece en Dacuan en el año 636/1239 y seguidamente recoge a otro literato malagueño llamado Mohamad b. ‘Ali al-Gassani, más conocido como Ibn ‘Askar, que falleció en ese mismo año de 1239. Se concreta de ello que existen dos literatos malagueños llamados Muḥammad b. ‘Alῑ y que ambos fallecen en 636/1239. Lo sorprendente es que, en esta reseña, aparece por vez primera publicado el topónimo Ḏakwān, aunque aún no se sabe identificar con nuestra población, y además lo hace reproduciendo su grafía árabe y ubicándola correctamente al occidente de Málaga. En todo caso, nosotros no vamos a profundizar en esta duplicidad, aunque difícil sería justificar el posible error en una mala lectura.  
Siglos antes, bajo el reino zirí de Granada, es muy posible que, en la cercana alquería de Ardite, naciera el afamado gramático Ibn al-Tarawa. Señalaba tiempo atrás el historiador don Manuel Gómez Moreno que “Arḍῑt, en Yācūt, es Ardite, alquería en término de Guaro, en la hoya de Málaga, despoblada desde antes de la conquista”. Dice literalmente la traducción del Mu‘ŷām al-buldān escrito por Yāqūt (ca. 1179-1229): 
“Arḍῑt. Así lo he encontrado escrito en los textos andalusíes, pero yo dudo en la letra ya que este carácter sólo existe en lengua árabe. Con este nombre se conoce una alquería de Málaga. En ella nació el gramático (al-naḥwῑ) Abū l-Ḥasan Sulaymān b. Muḥ. Ibn al-Tarāwa al-Sabā’ῑ al-Mālaqῑ al-Ardῑṭῑ, maestro destacado de los andalusíes de su época”.
En el estado actual de la investigación no queda claro su lugar de nacimiento. Indican los autores que nació en la cercanías de Málaga, o acaso en Salé. Si bien, la nisba geográfica que porta este personaje (al-Ardῑtῑ), en consonancia con la reseña de Yācūt, no deja lugar a dudas sobre su relación con esta pequeña unidad poblacional situada en la Garbía malagueña.
Hoy sabríamos precisar su secuencia onomástica: Abū l-Ḥusayn (Abū l-Ḥasan, según algunos) Sulaymān b. Muḥammad b. ‘Abd Allāh al-Sabā’ῑ al-Mālaqῑ al-Ardῑṭῑ, más conocido como Ibn al-Tarawa, nacido en Ardite hacia 1044-45 y fallecido a edad muy avanzada en Málaga, el 16 julio-14 agosto-12 septiembre de 1132 ó 25 junio-24 julio-22 agosto de 1134. Destacó como eminente gramático, experto en léxico y hombre de letras dotado para la poesía y la prosa artística, se dedicó a la enseñanza y se le conoce como autor de cinco obras

4. Injerencia Meriní
Las primeras noticias que conocemos sobre Ḏakwān en periodo nazarí las trae Ibn Abī Zar‘ y son completadas por Ibn Jaldūn, a raíz de diversos acontecimientos ocurridos durante las campañas militares del sultán benimerín Abū Yūsuf, socorrido por Alfonso X, por entonces enfrentado contra el sultán nazarí Muḥammad II, aliado éste con el infante de Castilla don Sancho.
El sultán de Fez, Abū Yūsuf, controló la tierra de Málaga y parte de la Garbiyya más o menos durante el año que va de febrero de 1278 a febrero de 1279. Quedaba aún pendiente la plaza de Málaga y ello provocó una nueva campaña contra el reino de Granada. Era ésta la segunda campaña militar de la cuarta expedición a la península y el sultán benimerín consiguió de nuevo una ayuda militar del rey Alfonso X, ayuda que la Crónica del rey Sabio cifra en 600 caballeros. Con ella salió de Algeciras el 1 de abril de 1283 y se dirigió contra Málaga y sus alrededores, atacando entre otras las fortalezas de Cártama, Coín y Fuengirola. 
 “Y el primero de muḥarram de 682 (1 de abril de 1283) fue contra Málaga y expugnó en sus alrededores muchos castillos, entre otros a Cártama, Ḏakwān y Suhail. Este año se alió el hijo de Alfonso con Ibn al-Ahmar, por causa de la alianza de su padre con el emir de los musulmanes Abū Yūsuf –Allāh tenga de él misericordia–”.
Sorprendentemente la ofensiva contra Málaga, al poco tiempo, quedará interrumpida por la reconciliación entre ambos sultanes. No obstante, un par de años después, al final de la quinta expedición, se decidió enviar destacamentos militares que vigilaran ciertos puntos claves en la frontera entre el reino granadino y la posesiones benimerines en la península. Siendo así cómo, en los últimos diez días del mes de ramaḍān (sobre la última semana de noviembre de 1285), Abū Zayyān Mindīl, hijo del sultán benimerín, llegó a establecerse cerca de Coín, con orden expresa de no provocar conflictos con el sultán nazarí.
Nos dice el Rawd al-Qirṭās de Ibn Abī Zar‘ que “en la última decena de ramaḍān de 684/20 a 29 de noviembre de 1285 envió el emir de los musulmanes a su hijo Abū Zayyān con un poderoso ejército a apostarse en la frontera entre su territorio y el de Ibn al-Ahmar, y le mandó que no se metiese en tierras de Ibn al-Ahmar ni le hiciese daño. Abū Zayyān se fue al castillo de Ḏakwān, al oeste de Málaga, y acampó en sus afueras”. El prestigioso historiador Ibn Jaldūn por su parte corrobora esta movilización de tropas bajo bandera meriní
Justo al año siguiente, el nuevo sultán Abū Ya´qub, sucesor de Abū Yūsuf, concertó la paz con Muḥammad II y acordó la restitución por parte meriní de la mayoría de los territorios que dominaba en la península, salvo Algeciras, Tarifa, Ronda y Guadix. No obstante, apunta el profesor Miguel Ángel Manzano que, si bien se mandaron efectivos militares a Coín y Estepona, no resulta clara la gestión directa de estas poblaciones por parte del sultán de Fez porque, en caso contrario, cabría esperar información explícita sobre ellas en las crónicas dinásticas. 

5. Un cadí de los Banū Manzūr
Avanzando en el tiempo conocemos otra interesante noticia bien entrado el siglo XIV. Se trata de la presencia en Ḏakwān de un cadí perteneciente al célebre linaje de los Banū Manzūr, con ocasión de formularse una consulta jurídica desde el castillo de Teba, según se recoge en una fatwà, fechada en 20 dū l-hiŷŷa de 735 (agosto de 1335), compilada por al-Wanšarīsī en su colección de dictámenes jurídicos Miyār al-murib.
Del simple dato se desprende que Ḏakwān bien pudo ser sede del cadiazgo de la Garbía malagueña, aunque no se puede afirmar con certeza, pues si bien conocemos los nombres de algunos de estos cadíes, los textos árabes nunca llegan a especificar dónde radicaba la sede. En esta línea también se plantea si resulta verosímil extender la jurisdicción de este cadí hasta la lejana población de Teba, que por entonces había caído en manos castellanas.
De cualquier modo, sería legítimo pensar que fuera cadí de la Algarbía o tal vez de cualquier otra ciudad cercana a la frontera con Castilla, pues como nos dicen unos vecinos de Benaoján “la jurisdicción era su persona donde estuviera”, así que nada impide afirmar que el cadí Abū Bakr ostentaba y ejercía competencia territorial sobre Coín y su alfoz. 
Respecto a esta consulta en Derecho, serán los cadíes residentes en Coín y Málaga los encargados de resolver la controversia jurídica, ambos integrantes de una conocida y prestigiosa familia de juristas establecidos en la capital malagueña, los Banū Manzūr. El consultante es el cadí Abū Bakr Muḥammad b. Manzūr, que se encuentra instalado en Coín, desde donde formula la pregunta. Y la contestación definitiva la da el cadí de Málaga ‘Uṭmān b. Manzūr, que, debido a una enfermedad que le aquejaba, no pudo escribir la respuesta de su puño y letra, falleciendo ese mismo año al poco tiempo. 
Que sepamos Abū Bakr Ibn Manzūr fue cadí de Málaga y jaṭīb de su alcazaba, así como un prestigioso tradicionista y literato. Escribió varias obras sobre Derecho y emitió numerosos dictámenes jurídicos recogidos por al-Wanšarīsī. Como decíamos, pertenecía a una ilustre y prestigiosa dinastía de cadíes, de cuya nobleza dan testimonio numerosos textos medievales. Originarios de Sevilla, los Banū Manzūr fueron una de las familias andalusíes célebres por su nobleza y sabiduría, que se vieron obligados a emigrar a Málaga ante el avance cristiano. Se cree que llegaron hacia el año 646/1248 cuando Fernando III toma Sevilla dando a sus habitantes un plazo de un mes para abandonar la ciudad. 
En Málaga nació Abū Bakr Muḥammad Ibn Manzūr en fecha desconocida y en Málaga ejerció el cadiazgo, cargo que, después de él, desempeñarían tres de sus descendientes. Igualmente se sabe que fue cadí en otros varios lugares, entre ellos probablemente la Garbiyya malagueña, pues, como vimos, residía en Coín y ejercía desde aquí hacia el año 1330.
Entre sus discípulos se cuentan sus propios biógrafos Ibn al-Jaṭīb y al-Bunnāhī, que no escatiman elogios a su persona. Según afirman estos, Abū Bakr Ibn Manzūr era un juez experimentado y competente, versado en la redacción de contratos, de método y conducta loables, y firme en sus decisiones. A pesar de su cargo, prestigio y sabiduría, se distinguió por su gran humildad y falta de soberbia, su bondad extrema y su generosidad con los más vulnerables. Falleció en Málaga a principios de mayo de 1349, víctima de la peste que asoló la península ese año. Dice Ibn al-Jaṭīb que Abū Bakr Ibn Manzūr compuso prosa y poesía. Las fuentes escritas mencionan varios títulos de este autor, mayormente de tema religioso, jurídico y sufí. En nuestros días, de sus obras se conservan manuscritos en las Bibliotecas de Rabat, Tetuán y El Escorial, aunque la verdad es que se conocen unas seis obras de su puño y letra, además de ciertas poesías hoy desaparecidas
La definitiva respuesta a la consulta jurídica planteada desde el castillo de Teba y formulada por Abū Bakr la dará el anciano cadí de Málaga Abū ‘Amr ‘Uṭmān b. Manzūr, que había sido cadí de Vélez, Bentomiz, Comares y Málaga sucesivamente. Murió en la ciudad de Málaga el martes 25 de dū l-hiŷŷa de 735 (15 de agosto de 1335). Según la mayoría de sus biógrafos siendo cadí, si bien al-Bunnāhī precisa que había sido sustituido a principios de ese mismo año (hacia septiembre de 1334). Las fuentes biográficas destacan que tras su muerte no hubo en Málaga nadie como él en amplitud de conocimientos e inteligencia. Digno de mención es que ese mismo año de 1335 ordenó escribir la respuesta jurídica a la consulta planteada, siendo ésta resolución de las últimas que emitió, acaso la última, cercana ya la fecha de su muerte e impedidas ya sus manos para poderla redactar.

6. Descripciones literarias 
Muy conocidos para la historiografía son los elogios, bastante expresivos, que le dedican a esta población autores como Ibn Baṭṭūṭa e Ibn al-Jaṭīb. Son éstas las primeras descripciones históricas que se tienen sobre el Coín andalusí y todas ellas datan de mediados del siglo XIV. Sin duda alguna, uno de los testimonios que se conservan de mejor provecho para nuestra historia es la breve reseña realizada por el viajero Ibn Baṭṭūṭa. Su relato se detiene en esta población, celebrando sus riquezas y ubicándola en el mundo conocido. Debió ser entre los años 1349-1350 cuando visitó Ḏakwān dejando de su pluma el siguiente pasaje: “Desde Granada me trasladé a Alhama, luego a Vélez, a Málaga y a la fortaleza de Ḏakwān, que es buen castillo, abundante en aguas, árboles y frutas”. La visita la realiza en el camino de vuelta desde Granada a Gibraltar, pasando por aquí en el trayecto de Málaga a Ronda. Y sus impresiones se reflejan fielmente en el tomo IV de su obra Tufhat al-nuzzār, más conocida como la Riḥla de Ibn Baṭṭūṭa.
Si bien, nada comparado con las atentas palabras que dedica a Ḏakwān el sabio polígrafo Ibn al-Jaṭīb (1313-1374) en su conocida obra Mi‘yār al-ijtiyār, donde nos habla de la cualidad de sus habitantes, de las infraestructuras urbanas (murallas y edificios) y de los medios de producción (molinos, frutas y manjares).  
Dije: 
– ¿Y Coín?
Contestó:
Jardines y estanques. La excelencia de sus frutas está por cima de toda ponderación. Sus edificios son como Jawarnaq y Sadir. Es como una amplísima mesa llena de exquisitos manjares. Las piedras de sus molinos ruedan constantemente y los árboles son tan espesos que sus ramas se enlazan en estrecho abrazo. Sopla allí una suave brisa. En fin. La fama de esta ciudad se pregona por el mundo, como ondea a todo viento un estandarte.
Sin embargo, su posición constituye una esperanza para el enemigo: es el grano que está sobre la tierra esperando el pájaro que se lo engulla, porque sus murallas son insuficientes para defenderla. Sus edificios son de nueva planta y quienes los habitan y lo que hay dentro de ellas, carecen de solera.    
No sabemos cuántas veces visitó Ibn al-Jaṭīb esta población, aunque con toda seguridad detectamos su presencia aquí en 1359 con unos 46 años, tras el golpe de estado que destronó al sultán Muḥammad V. Que sepamos, el sabio llegó a reunirse con el depuesto sultán en Guadix con la esperanza de exiliarse en el Magreb e hicieron juntos el camino de Antequera a Marbella pasando por Coín. 
Existe también cierta reseña genérica a Ḏakwān en la obra titulada Ḏikr Bilād al-Andalus (Una descripción anónima de al-Andalus), escrita en árabe en el siglo XIV usando textos del siglo XI, a cuya época debemos remontarnos. Según los últimos estudios de F. N. Velázquez Basanta es probable que esta obra anónima e inconclusa fuera escrita por el literato y poeta granadino Ibn Ŷuzayy entre 1353-1356. Dice así el texto original:
“Entre sus castillos y ciudades (las de Rayya), se cuentan Marbella, Suhayl, Cártama, Comares, Vélez-Málaga, Ḏakwān, Alhama, Antequera y Estepa, todos ellos son castillos inaccesibles que producen grandes cantidades de higos, aceitunas, almendras, uvas y granadas”
En consonancia con las fuentes andalusíes que ponderan la vida agrícola, artesanal y comercial del Coín nazarí, se percibe también en la trama urbana de los siglos XV y XVI esa vitalidad mercantil que le dio fama “por el mundo, como ondea a todo viento un estandarte”. La ciudad castellana que se superpone a la nazarí, si bien altera el espacio urbano y sus ejes principales, preserva gran parte de esas primitivas instalaciones comerciales y artesanales, muchas apartadas del núcleo habitado, ocupando los espacios productivos inmediatos a la ciudad, a la vez que incorpora y redistribuye nuevas infraestructuras por su entramado, arrabales y periferia, contando con hospital, mancebía, escuela, cárcel, carnicerías, herrerías, jabonerías, ventas y mesones. 

7. Reinados del sultán nazarí Muḥammad V de Granada
La fortaleza de Coín será referente para el sultán Muḥammad V, por aquí estuvo de paso en su huida cuando fue destronado y aquí regresará años después para tomar su castillo, entre algunos otros, con la esperanza de recuperar su reinado en al-Andalus. Tras el golpe de estado de Ismā‘il II, el depuesto sultán Muḥammad V logró huir al Magreb acompañado por un numeroso séquito, a pie y a caballo, junto a su gran visir Ibn al-Jaṭīb. Salieron desde Guadix el 4 de noviembre de 1359/12 de dū l-hiŷŷa de 760, pasando por Loja, Antequera, Coín y Marbella, de donde embarcaron con destino a Ceuta el 16 de noviembre de 1359/24 de dū l-hiŷŷa de 760, para llegar a Fez el 28 de noviembre del mismo año (6 de muḥarram de 761). 
Cuando tuvo lugar el golpe de estado a finales de agosto de 1359, Ibn al-Jaṭīb fue encarcelado y sus bienes confiscado; el sultán en cambio logró escapar del peligro y huyó con nocturnidad a Guadix, con la única compañía de unos jóvenes esclavos de su servicio. Allí fue cercado y sitiado por contingentes militares; aunque sus adeptos lograron contener los ataques, no sin sacrificios. Ibn Marzūq, secretario del sultán meriní Abū Salim, intercedió por Ibn al-Jaṭīb, que fue liberado y consiguió reunirse con el sultán en Guadix. El viaje empezó el segundo día de la fiesta de al-Naḥr del año mencionado, haciendo una parada en Fahs al-Funt, después se trasladaron a Loja, a Antequera, luego a Ḏakwān, a Marbella, y en cada uno de estos pueblos reinaba un ambiente de nostalgia y pesadumbre por este distanciamiento. Se embarcaron en la mañana del día 24 del mismo mes y llegaron a Ceuta agradecidos por haber sobrevivido.
Con la esperanza de recuperar su reinado, el destronado sultán pronto puso fin al exilio y regreso a al-Andalus para enfrentarse a Muḥammad VI, que había sustituido a Ismā‘il II en el trono de La Alhambra. Decidió para ello establecerse en Ronda seguido de una imponente tropa con cientos de mercenarios bien pertrechados y emprendió una serie de ataques contra el reino granadino hacia el año 1362, con el fin de sumar adeptos y distritos a su causa.
Reseña el polígrafo Ibn al-Jaṭīb en el tomo III de su Nufāḍat cómo Muḥammad V tomó la fortaleza de El Burgo, que se encuentra entre Málaga y Ronda, para luego marchar sobre Casarabonela. Durante diez días atacaría de manera incesante todo enclave que no estuviera sometido a su autoridad.
“Y el sultán se puso en marcha seguido de una muchedumbre, y la gente acudía [a ver pasar el cortejo], y se sometieron las célebres fortalezas [de la Algarbía de Málaga] como Ḏakwān, Cártama, Tolox, Mijas (y) al-M.nšāt. Tras la resistencia de dos o tres días de asedio [por parte de quienes estaban] en las alcazabas, apretó el cerco para conseguir que se rindieran” .
Debieron ser estas plazas de interés estratégico para recobrar su reinado tras el exilio. Finalmente regresó a Granada el 16 de marzo de ese mismo año, fue reconocido nuevamente sultán y reanudó sus relaciones diplomáticas consolidándose en el trono. 
Será apenas unos años después, hacia 1364, cuando el sultán granadino reciba a Idrīs b.‘Uṭmān b. Abī l-‘Ulá en su corte y le nombre šayj al guzāt de Málaga, confiándole la defensa “de los distritos occidentales, Ronda y Ḏakwān y sus términos de un modo exclusivo e independiente, con amplio e ilimitado poder para conducir a todos ellos hacia la guerra santa”.
Ibn al-Jaṭīb en su Rayḥānat recoge el decreto (zahīr) por el cual Idrīs b.‘Uṭmān b. Abī l-‘Ulá es nombrado comandante de los voluntarios de la fe en Málaga y se le confía la defensa de los distritos occidentales de Ronda y Coín. 
le nombra comandante de los voluntarios de la fe, combatientes de la guerra santa, y primer jefe para la defensa de la religión en la ciudad de Málaga, hermana de la capital de su reino, segunda perla preciosa de su collar (…), confiándole el cuidado de los distritos occidentales, Ronda y Ḏakwān y sus términos de un modo exclusivo e independiente, con amplio e ilimitado poder para conducir a todos ellos hacia la guerra santa, obrando según su gloria en toda situación (…)”.
Más concretamente esta noticia, que fue traducida por M. Gaspar Remiro, alcanza todo su significado al mencionar explícitamente a Coín como cabeza militar del distrito occidental de Málaga, lo que venimos llamando al-Garbiyya. Pese a que no conocemos la fecha exacta de su nombramiento, habrá que convenir que Idrīs estuvo muy poco tiempo en el cargo, pues en 1364 fue liberado de las atarazanas de Sevilla donde estuvo encarcelado, siendo por aquel entonces acogido por el sultán Muḥammad V, quien le nombra šayj al guzāt de Málaga y le confía la defensa de los distritos de Ronda y Coín. Sin embargo, justo al año siguiente, Alī b. Badr al-Dīn accedió a la šiyāja de Málaga y Granada y ésta es razón más que suficiente para pensar que Idrīs ya había abandonado el cargo, marchando entonces a Ceuta y luego a Fez, donde murió estrangulado a los pocos años.
Ese año de 767/1365-66 tuvieron lugar diversas campañas contra tierra de infieles (cristianos) contando con la participación activa de Ḏakwān y los pueblos de su entorno. La frontera de El Burgo, que cayó en manos del enemigo por aquellos años, auguraba el aislamiento de la ciudad de Ronda y fueron llamados al combate las gentes de la Garbiyya malagueña y de Ronda, “y lo que está entre ellas; y Dios facilitó su victoria después de un combate encarnizado, una terrible batalla, una guerra santa memorable”.

8. Amenazas y divisiones en tiempos del sultán Muḥammad IX el Zurdo
La frontera retrocede ante el avance cristiano y la población andalusí se repliega y concentra en las vegas de Río Grande y Guadalhorce. Sucesivas algaradas tuvieron lugar por el Val de Cártama y el de Santa María aprovechando las debilidades de la frontera y las disputas internas por el trono de La Alhambra. Relata con pormenores la Crónica de don Juan II de Castilla que, entre los meses de primavera a verano del año de 1433, reinando por tercera vez el sultán Muḥammad IX el Zurdo, la guarnición de Ḏakwān, formada entonces por más de 500 caballeros de la milicia real, sale de su fortaleza matando a más de 200 cristianos ante los muros de la misma población. 
Todo se inicia cuando el adelantado Gómez de Ribera decidió partir con sus huestes desde Écija para talar nuevamente la vega malagueña. Sin encontrar resistencia alguna asentó el real en un lugar que decían el Cerro de los Pendones, entre Alhaurín y Cártama. Acto seguido, los herberos o segadores fueron a cortar hierba para el real, probablemente para alimentar a los caballos, y a talar panes allá donde se encontraran. Se envió para su protección a 200 caballeros capitaneados por el hidalgo zamorano Juan de Portocarrero, junto a 300 peones, de los que iban al herbaje y a talar, capitaneados estos por un caballero del adelantado llamado Gonzalo Tello. 
Y por cuanto iban a Coín y Alhaurín, donde sabían que se había concentrado mucha gente a caballo de Málaga y de otras partes, el adelantado ordenó que no se acercasen a estos lugares, ni comenzasen escaramuzas y, si notaban la presencia de muchos enemigos, que rápidamente dieran aviso y que él iría luego a socorrerlos con todas las fuerzas del real. Sin embargo el caballero Juan de Portocarrero no acató las órdenes del adelantado y se plantó con sus jinetes ante los muros de Ḏakwān, desde donde salieron más de 500 caballeros del sultán embistiendo contra la caballería cristiana, así hasta que volvieron la espalda y huyeron a la fuga en desbandada con dirección al real. Los peones castellanos se encontraban preparados detrás de los caballeros, en formación para la batalla, pero fueron arrollados durante la estampida por su propia caballería.
La guarnición de Ḏakwān continuó cabalgando para dar alcance a los cristianos. Nadie hubiera quedado vivo de no ser porque, ya próximo al real, el adelantado lo supo y salió a socorrer a los suyos. No fue hasta entonces cuando la caballería nazarí tocó a retirada y emprendió el regreso a Coín tras una gran victoria. Según relataba el contador del Rey fallecieron más de 200 castellanos, entre ellos el capitán de los peones Gonzalo Tello. Quedaron sobre el campo de batalla muchos cadáveres de caballeros y “peones que iban a la guarda, e de los que talaban, e de los herberos, e de los pajes asaz” y otros muchos quedaron cautivos. 
El adelantado decidió levantar el real para regresar a Écija, pero, apenas unos días después, entró nuevamente en tierra de Málaga para vengar la derrota y taló panizos, viñas y huertas, sin que hubiera pelea o escaramuza alguna. Justo al año siguiente, en 1434, el adelantado lo intentará de nuevo, pero encontró la muerte junto a Álora.
Según recoge Ibn ‘Āsim en su Ŷunnat al-riḍā, pocos años más tarde, Ḏakwān se sublevará contra el sultán Muḥammad IX el Zurdo y apoyará a su sobrino el príncipe Yūsuf como aspirante a ocupar el trono de La Alhambra. Las diferencias surgidas entre el sultán nazarí con su sobrino provocaran el distanciamiento entre ambos y la marcha de Yūsuf a Almería. Desde allí, el príncipe continuará cuestionando y desafiando al sultán granadino, atribuyéndose prerrogativas ajenas de manera insolente. El Zurdo, al frente de su ejército, asediará la capital almeriense, pero la fuerte resistencia del príncipe Yūsuf provoca que el sultán levante el cerco y emprenda el regreso a la capital del reino. En el trayecto de vuelta se encontró con la sublevación de Granada y Guadix; ante lo cual se encaminó a Málaga, allí encontró refugió y supo de la traición de algunos de sus partidarios, encajando la derrota de su ejército en la campiña de B.l.g.š (Peligros) con gran pérdida de vidas humanas. 
Tan pronto se prodigó esta noticia, la rebelión contra el sultán estalló en Vélez Málaga, donde sus habitantes desplazaron de la alcazaba a su alcaide Aḥmad b. Quṭba y “proclamaron al que estaba en la capital”, osea a Yūsuf b. Aḥmad. Las sublevaciones se extendieron a Ḏakwān y alrededores, incluso a Ronda y, “sin ninguna causa clara”, a la propia ciudad de Málaga. 
Lejos de quedar sofocadas estas revueltas, el Zurdo decidió huir hacia Álora, siendo recibido de muy buen grado, y desde allí al castillo de Casarabonela, donde buscó cobijo y finalmente abdicó a favor de su sobrino Yūsuf b. Aḥmad, que fue proclamado en Granada como Yūsuf V. La determinación cronológica de estos acontecimientos es complicada, aunque se estima que se desarrollaron hacia el año 849/1445-1446. 
El Zurdo retornaría al poder a los pocos años, por cuarta y última vez, dispuesto a mantenerse en el trono con mayor astucia que destreza y buen conocimiento de sus dominios. Siendo así que, tiempo después, cuando Málaga fue tomada por el proclamado Ismā‘il III, sabemos que el sultán nazarí no toleró tal desafío y quiso recuperarla, tomando sus huestes los puertos y caminos del flanco occidental, los pasos por Coín y Álora, antes de dirigirse contra Málaga, cortando así la ayuda exterior del adelantado de Castilla entre los meses de mayo y junio de 1450.    

9. El poeta y jurista Aḥmad al-Daqqūn
Del siglo XV conocemos un célebre intelectual y literato granadino, cuya familia fijó su residencia en la población de Coín. Su nombre completo era Abū-l-‘Abbàs Aḥmad ibn Muḥammad ibn Mūsà ibn Yūsuf al-Sinhāŷī al-Daqqūn. Nació en Granada después de la primera mitad del silgo XV y pertenecía a una familia beréber que llegó a la península y se estableció en Ḏakwān. No obstante pasó su juventud en la capital del reino y se distinguió como uno de los discípulos predilectos de al-Mawwāq, por cuyo método aprendió a recitar el Corán
El miedo y la inseguridad ante la inminente caída del reino granadino le obligó a huir de la península. Desde Málaga, en donde a la sazón habitaba con su familia, se trasladó al Magreb y estableció su residencia en Fez. En esta ciudad completó sus estudios concurriendo a la cátedra de al-Sagīr, el cual le enseñó las siete lecturas del libro sagrado. Mas tarde, muerto al-Sagīr, continuó su formación científica bajo la dirección de al-Gāzī.
Las fuentes históricas lo tratan como hombre jovial, de alegre carácter y amable trato. Muy aficionado a la chanza, fueron sus chistes y bromas celebradísimos en Granada. Sus contemporáneos lo consideraron un eminente jurista y ‘un delicado poeta’, y en su patria adoptiva lo colmaron de honores y distinciones. Orador elocuente y sabio teólogo, consiguió encumbrarse fácilmente en la capital mariní y pronto logró fama y fortuna, llegando a ser una de las personalidades más conspicuas de dicha ciudad, en la que alcanzó el cargo de predicador de la mezquita al-Qarawiyyīn. Falleció Aḥmad al-Daqqūn en la ciudad de Fez el 1 de ša‘bān de 921 (10 de septiembre de 1515). 

10. En la frontera de Granada
Decisiva derrota tuvo lugar en la renombrada Batalla de Lopera, en la que fueron apresados los alcaides de Málaga, Álora, Coín y El Burgo y muerto el de Vélez, además de “un caballero que se llamaba el Gebiz, e otros cabeceras e moros de los principales”. El enemigo castellano ganó en está incursión hasta 15 banderas, dejando desprotegida y atemorizada a toda la población fronteriza. Cuenta la crónica que el enfrentamiento tuvo lugar el miércoles 17 de septiembre de 1483, en la fuente de la Higuera, cerca de Lopera, allí murieron “600 moros en trecho de una legua”.
Los ataques contra la frontera granadina prosiguieron al año siguiente; en abril de 1484 el ejército castellano protagonizará la última correría por tierras de Ḏakwān. Se iniciará con la tala del circuito de Álora, aunque “la hueste pasó adelante, e talaron todos los panes e olivares e viñas e huertas e higuerales, e todos los otros árboles que hallaron en los valles e tierras de Cohin, e del Sabinal, e de Casarabonela, e de Almexia (Almogía), e de Cártama, en lo cual estuvieron diez días”. Siguiendo en detalle el relato de estos hechos, la crónica añade que pusieron real sobre la villa de Coín y talaron “todo lo que fallaron en circuito della, hasta que llegaron al término de Altazayna (Alozaina), e de Gutero (Guaro), e talaron ansimesmo a Alhaurín, e destruyeron toda aquella tierra e sus comarcas”. Este episodio en cuestión se ha venido en llamar la ‘Gran Tala’, y fue emprendida por mandato del Rey con la intervención directa de unos quince mil peones cristianos, que penetraron por Álora y el val de Cártama “hasta la mar”. Se prolongó durante más de quince días con muchas escaramuzas, especialmente “una que ovo Bernal Francés, capitán del Rey, en que murieron ochenta moros, los más de ellos de la de Coín, e ellos no mataron más de veinte caballos de los escuderos del dicho capitán”
Después de la rendición de Álora en junio de 1484, los moradores de Coín y Casarabonela fingieron negociar con el Rey con la esperanza de permanecer en sus viviendas y poseer libremente sus bienes como vasallos; no obstante, aprovecharon el tiempo de estas negociaciones para reforzar ambas guarniciones

11. Caída final
Bien sabían que, antes de tomar Málaga, era necesario atacar primero los castillos de Casarabonela, Cártama y Coín; porque de lo contrario “los moros harían daño en la gente que fuese a los herbajes y en los que trajesen mantenimientos”. Se infiere de la crónica de Valera que la conquista de Ḏakwān tuvo lugar el miércoles 27 de abril de 1485 y entre los muros de la villa se cifra había unas 3.000 personas, “que hicieron muchos heridos y dieron muerte a unos 30 hidalgos de la casa del Rey”. En honor a la verdad, ningún cronista pronuncia el día exacto de la rendición de Coín, ni tan siquiera Valera deja constancia expresa. Únicamente aparece reflejado fielmente en la ‘Consolatoria de Castilla’ escrita por Juan Barba (1429-1489).   
Sobre la toma de esta población se ha hablado mucho y mal, a veces tanto que se ha desvirtuado el relato histórico, usando fuentes muy tardías y lamentablemente tan sólo las crónicas de los vencedores. A ello deberíamos añadir la penosa visión del ‘moro infiel y miserable’ legada por los arabistas del XIX y muy perfeccionada durante la pasada dictadura. Dejamos bien claro que preferimos dedicar nuestra atención a los textos árabes y al testimonio de los vencidos, en la medida que son desconocidos, sin extendernos en remedar las agotadas crónicas de la conquista. Acudiremos por vez primera al texto anónimo de la Nubḍat al-‘asr y lo completaremos con la valiosa narración que aparece en la obra Nafh al-tīb de al-Maqqarī, además de realizar una breve alusión al romance anónimo que relata el asalto a Coín, su resistencia y la previa victoria que hubo sobre el enemigo cristiano, sorprendentemente ocultada en versiones posteriores del mismo romance.
Se nos dice en la Nubḍat al-‘asr que, en rabī‘ II del año 890/1485, “salieron los cristianos con sus huestes en dirección a la parte occidental de al-Andalus; y habiendo tomado como objetivo los castillos de Cártama y Ḏakwān, diéronles gran embestida hasta que lograron apoderarse de ambos. En el año antes mencionado cayeron también en poder de los cristianos los castillos de Haznalmara y de Xitinin”
Al-Maqqarī en su Nafh al-tīb usa el texto de la Nubḍat al-‘asr y añade datos de extraordinario interés sobre la toma de Ḏakwān, relatando cómo entraron y murieron 1.000 cristianos enlorigados antes de que cayera esta población en manos castellanas. Las murallas de Ḏakwān fueron demolidas, pero en su interior se había refugiado gente de Ronda y de la Algarbía, la suficiente como para vencer al enemigo cristiano antes de capitular. Se nos dice que “en el mes de rabī‘ II del año 890 (abril-mayo de 1485) salió el enemigo con refuerzos hacia la región de Málaga, después de que en el año anterior se hubiera apoderado de algunos castillos, al igual que en esta ocasión sojuzgaría otros tantos, y habiéndose encaminado a Coín demolió sus murallas. No obstante haber allí un contingente de los de la Garbía y de Ronda, entraron en Coín al asalto mil hombre enlorigados, pero Dios Altísimo concedió la victoria sobre ellos a los coineños que los mataron a todos. Pese a ello, pidieron el amán tanto los de Coín, como lo que allí les cogió de Ronda y de la Garbía, y se marcharon”.
Esta batalla es precisamente la misma que las crónicas castellanas, de manera efímera e imperceptible, relatan la muerte de 30 hidalgos de la casa del Rey, entre los que se hallaron don Tello de Aguilar y don Pedro Ruiz de Alarcón. Un romance anónimo, inserto en el ‘Libro de los Cuarenta Cantos’, incide en esta insólita victoria de los granadinos, hasta el extremo que, debido a ella, “se detuviese Coín gran tiempo sin ser tomado”. Lo que tampoco es cierto.
Meses más tarde, tomada la población, los reyes fueron informados que ciertos vecinos de la ciudad de Sevilla y su tierra, que se encontraban ahora en dicha ciudad, “fueron en robar y robaron a ciertos moros de la villa de Coín al tiempo que yo, el Rey, tomé la dicha villa y los dichos moros se iban, estando como estaban por mí asegurados, les tomaron ciertos niños e niñas e mucho dinero e (oro) e plata e joyas e cosas”. No quedaría en entredicho la palabra del monarca, siendo así que, a 19 días de noviembre de 1485, los reyes ordenaron al comendador Gamarra y Cristóbal de Vitoria que fueran a Sevilla y su tierra e hicieren pesquisas e inquisición “para entregar todo a los dichos moros a quien lo tomaron”.
Durante el sitio de Málaga, Alí Dordux solicitó el estatuto de mudéjar para la población malagueña y su establecimiento en Coín, pero sólo le fue concedida a él y a su clientela la primera de las condiciones, siendo la villa finalmente repoblada por cristianos viejos. Resulta significativo que la carta real para poblar Coín tenga fecha de finales de marzo de 1488, coincidiendo con el final del plazo que los malagueños tuvieron para pagar su rescate y librarse de la cautividad. Si lo hubieran conseguido, casi con toda seguridad, esta villa hubiera sido repoblada por mudéjares, según indica el profesor Ladero Quesada.
Culminado el asalto, los Reyes Católicos concedieron a esta villa el fuero de Sevilla, siendo éste observado y respetado por el primer corregidor de Málaga Garci Fernández Manrique. Los habitantes fueron despojados de sus tierras y heredades, y éstas repartidas entre cristianos viejos. El último alcaide, llamado en los textos cristianos “Ali Jali”, salió de su fortaleza y encontró refugio en el lugar de Guaro, junto a otros muchos vecinos de Coín, allí continuaron cultivando la vega de Río Grande como mudéjares súbditos de Castilla. Otros muchos coineños corrieron peor suerte, cuando no la muerte será el cautiverio, tal es el caso de “Malfat de Deus”, presa y cautiva durante la guerra, luego esclava de la mujer de Diego Hurtado de Mendoza y finalmente rescatada en 1498 por seis moros de la morería de Zaragoza

Aunque quien mejor ilustra las desgracias de la conquista es el cronista Alonso de Palencia (1423-1492), cuando reseña que “en la villa no quedó nada que no se repartieran las tropas, y, arrasadas la mayor parte de las casas, perdió Coín aquel aspecto de belleza que le distinguía entre las otras poblaciones del territorio de Málaga”

© 2009 Francisco Marmolejo Cantos
Capítulo correspondiente a la población de Ḏakwān, extractado del libro Históricas y Arqueológicas del Medievo en Coín.

LA ALQUERÍA DE LOS PADULES

© 2009 Francisco Marmolejo Cantos
Capítulo correspondiente a la alquería de los Padules, extractado del libro Históricas y Arqueológicas del Medievo en Coín.




Introducción

Nuestro primer objetivo trataba de identificar la alquería de Los Padules citada en documentos del siglo XVI con un yacimiento arqueológico bajomedieval situado entre los límites municipales de Coín y Guaro. Nuestra intención fue la de reconstruir su territorio y analizar los espacios de trabajo y hábitat en vísperas de la conquista. Sin embargo la primitiva toponimia reflejada en los textos, junto a los diversos asentamientos del entorno, delataba la presencia de establecimientos cristianos para los primeros siglos de al-Andalus, y animaba al estudio de estos para comprender la realidad, evolución y transformación del territorio.

Siguiendo las descripciones históricas del siglo XVI, no había duda de la existencia de un cenobio cristiano (deyre) bajo advocación de San Pedro (Santovítar) dominando la alquería, situado en la cima de cerro Donoso, donde aún se evidencian vestigios de un recinto andalusí en altura. Nuestra contribución proporciona indicadores de que, en tierras malagueñas, no sólo existen los denominados «centros rupestres mozárabes», sino también el monacato en altura, manteniendo a modo de hipótesis que los hagiotopónimos posiblemente surgen de estos centros religiosos, que en muchos casos habrá que relacionar con deires (conventos), bien sean fortificados en origen o bien evolucionados a ḥuṣūn, aunque en la práctica sean confundidos con «castillejos» y las fuentes enmudezcan tales características.

Sobre el despoblado bajomedieval de Los Padules no tenemos constancia en los textos andalusíes; tampoco figura en ninguna de las crónicas dinásticas del siglo XV. Las primeras noticias históricas llegan tras la conquista castellana de 1485, con la documentación real y los repartimientos de la tierra de Málaga, donde aparece como heredamiento y, más tarde, como donadío y cortijo. En el estado actual de nuestra investigación, únicamente lo hemos encontrado como alquería en los apeos de Guaro y Vega de Río Grande de 1571, lo que supondrá un contrapunto en su tratamiento historiográfico, en consonancia con los datos arqueológicos y con la entidad geográfica y administrativa que expresan los textos castellanos.

Creemos no equivocarnos al afirmar que es posible identificar y localizar esta alquería citada en las fuentes con un despoblado bajomedieval existente en la zona de Guaro Viejo, a tenor de las descripciones históricas y la toponimia menor reflejada en material cartográfico. Se trata de un enclave abierto sobre un valle de colinas de escasa elevación, al abrigo de los vientos invernales, aprovechando la media ladera y una suave explanada en los confines de los términos municipales de Coín y Guaro.

Se viene insistiendo en que aquí, en este lugar, se encontraba el antiguo pueblo de Guaro durante el Medievo. Sin embargo hoy sabemos que la villa actual ya existía como unidad poblacional del antiguo reino de Granada, más concretamente como torre de alquería, lo que demostraremos en una próxima publicación.

Guaro el Viejo figura relacionado como despoblado medieval desde el siglo XVIII en la magna obra de Medina Conde, aunque, en contra de lo que se pensaba, el núcleo de hábitat se encuentra mayormente en término de Coín y no en el de Guaro. Entre las producciones cerámicas abundan grandes contenedores como alcadafes, tinajas y jarras para abastecimiento permanente y estable. Son frecuentes en superficie los ataifores vidriados en verde de diferentes tonalidades, además de apreciarse la generalización de melados al interior en vasijas de cocina. La cerámica de estos niveles muestra tecnología y tipología de época bajomedieval, bastante homogénea en nuestro contexto geográfico, sin descartar otras producciones altomedievales en niveles inferiores del sector NE de la alquería. Estos vestigios cerámicos de baja Edad Media, precisamente en esta localización geográfica, están en plena consonancia con lo que las fuentes escritas del XVI llaman la alquería de Los Padules, incluso con el significado y la antigüedad de la toponimia, como tendremos ocasión de ver.




Padules es un hidrónimo latino algo extendido en el sudeste andalusí Palus-udis y conservado en Coín bajo la forma habitual de «Paule», que viene a significar terreno húmedo o lagunoso. La toponimia del siglo XVI se muestra muy generosa en las cercanías de nuestra alquería; como decíamos, se menciona la loma de los Christianos, el cerro de Santovítar y, en especial, la sierra de Aldeire, que muestra el topónimo árabe al-dayr para indicar la existencia de alguna comunidad monástica cristiana (convento). En este punto cobra sentido también el cerro de Santovítar que, a nadie escapa, deriva del hagiotopónimo Šant Bῑṭar, apuntando la existencia de algún centro religioso bajo advocación de San Pedro.

Dicho esto, no encontraremos zona más árida que los Padules, y ello precisamente empaña una correcta interpretación del topónimo. Sin embargo, creemos tener una explicación en la modificación del paisaje medieval, toda vez que, en los repartimientos de Coín, se menciona «una ysla, que parte con el término de Guaro». Que sepamos con certeza, esta isla con cultivos irrigados se situaba sobre la divisoria de ambos términos y, por ello, creemos poder ubicarla en el estrangulamiento que sufre el cauce de Río Grande a su paso entre el cerrillo de la Plata y cerro Chapín, seguramente con origen en un meandro hoy desaparecido, que se extendería por el paraje del Llano del Comisario.


Recursos

Nos interesa poner de relieve las características del medio físico con el fin de analizar la tradición productiva de la zona y reconstruir el paisaje nazarí. Diremos que son suelos de esquistos de baja permeabilidad, con presencia de pizarras, filitas y algunos gneises, aunque también asoman arenas, areniscas y arcillas del Plioceno en la margen izquierda de Río Seco. En la actualidad el paisaje se presenta cubierto de olivos y almendros, con sectores tapizados en primavera por aulagas y retamas, pero carente de cubierta vegetal en general y muy erosionado por la escorrentía superficial.

Los apeos de Guaro nos hablan del aprovechamiento del medio natural en el siglo XVI, principalmente agricultura, ganadería, caza, pesca y recolección. Se nos dice que moriscos de Guaro y Monda tenían tierras de labor en el cortijo de Padules. La realidad muestra que en el entorno inmediato a la alquería no se dan condiciones para practicar una agricultura intensiva y lo cierto es que tampoco quedan vestigios de ello, con la salvedad de dos pequeñas albercas algo distantes del hábitat

Son suelos de baja potencia agrícola y poca rentabilidad. Los recursos hídricos son escasos; y los pocos que existen, de caudal muy limitado. En las cercanías del despoblado sólo advertimos dos pequeños manantiales, un pozo y diversos arroyuelos. No existe ningún sistema hidráulico acorde a la entidad demográfica de la alquería, siendo de sospechar que nunca se ha dado el minifundio asociado al regadío, ni la fragmentación de la propiedad, consecuencia lógica de la expansión demográfica de baja época medieval.

La zona de regadío se encuentra algo alejada del asentamiento de Los Padules dejando su huella en el paisaje de Río Grande, sobre el que habremos de insistir. Se desprende de la documentación castellana que el espacio hidráulico de dicho río estaba asociado a nuestra alquería, inserto en su territorio. En tal sentido planteamos que si, en el siglo XV, sus límites alcanzaban la atalaya de Ardite –en la margen opuesta de Río Grande–, allí deberíamos ubicar su espacio irrigado, precisamente en las fértiles terrazas fluviales del Cuaternario.

El río llevaba tal cantidad de agua que no se precisaban turnos ni repartos, incluso se nos dice que «no havía acequias ni encaminamiento de las aguas, porque cada uno la trae por donde mejor le parece». Pero lo cierto es que, en el mismo texto, encontramos numerosas alusiones a la acequia de la vega, que hace de lindero entre las parcelas de la sierra y las del río. Los diversos arroyuelos inmediatos a la alquería fluyen hacia el arroyo del Portugués para desaguar en Río Grande, únicamente el arroyo de las Adelfas vierte algo en Río Seco próximo a la zona circunscrita.

La sequía estival de las surgencias es generalizada en toda esta zona y buena culpa de ello la tienen las intensas y concentradas precipitaciones, que aquí tienen carácter de aguacero, protagonizando las impetuosas crecidas de Río Grande y entorpeciendo el aprovechamiento de los recursos hídricos. Estos suelos de acusada pendiente, fáciles de saturar, contrastan con los existentes en las fértiles terrazas aluviales de la vega de Río Grande, donde las continuas infiltraciones del sistema de acequias y del riego por inundación, nos ayudan a entender el porqué de tantas fuentes y el porqué allí, en verano, muchas incluso aumentan su caudal. Hoy se explica la dificultad de recargar estos pequeños acuíferos por la introducción del goteo y el abandono de tantas huertas.

Río Grande vertebra el poblamiento y el territorio desde tiempos prehistóricos, permaneciendo como primera línea defensiva para cuando se hace imposible vadearlo, así se percibe en los despoblados medievales del Cortijo de Tomás, cerro del Aljibe, Piñón, Casapalma y Algane (<al-ŷanna: el jardín). En la baja Edad Media los asentamientos se dispersaron con profusión por la margen derecha del río –que discurre en sentido NW-SE–, por encima de las terrazas fluviales inundables y de las huertas de cítricos que hoy jalonan su curso. La acequia de Guaro, con una longitud de 14 kilómetros, marca la línea de agua por abajo de la cual se localizan los cultivos irrigados, quedando el secano para pastos y la media ladera para hábitat. Nuestros mayores tienen por cierto que esta acequia no se adentraba en término de Coín y que se amplió en tiempos recientes. No podemos más que darles la razón, pues existe un despoblado bajomedieval (Los Villares de Algane) por debajo de esta conducción, además de numerosas encinas aisladas en terrenos que fueron de secano. Los apeos hacen clara alusión a la acequia de la vega en el pago de Las Mezquitillas, de hecho allí se encuentran los regadíos históricos que son objeto de reparto.

La base económica de Los Padules en el siglo XVI la podríamos resumir en colmenas, seda de morales y tierras de pan de secano. En los textos nada se dice de que existan viñas, que tanto gustan de los esquistos, solamente se citan bajo el cerro de Santovítar, aunque sí están presentes en los pagos vecinos de Liguax (Guaro) y Angostura (Coín).

El patrón de asentamiento es distinto al observado en otros despoblados muy próximos y coetáneos, tal se advierte en los Villares de Algane (TM de Coín) o en la alquería de Río Grande (TM de Guaro); la principal diferencia se encuentra en la aridez del lugar escogido para establecimiento y su emplazamiento alejado de la vega de Río Grande. Y la única explicación la encontraremos en la toponimia romance y en la cerámica paleoandalusí de su entorno, sobre la que habremos de volver.


Límites geográficos

Se hace evidente que los límites municipales modernos no se ajustan al territorio de las alquerías nazaríes en esta zona. El caso que nos ocupa de Guaro Viejo es bastante paradigmático, no de otra suerte el topónimo está presente en esta localidad y mayormente en la de Coín. De hecho la primera noticia histórica que conocemos data de 1491, con ocasión de suplicar la villa de Coín que se le hiciese merced de un heredamiento que se llama los Padules y Xara, que es junto con su término, porque «diz que será muy provechoso para se acrecentar la población de la dicha villa».

Los límites del donadío en el siglo XVI serían herederos en gran medida de los existentes en periodo bajomedieval. Contamos con suficiente información para recomponer su territorio, animados por los textos y la actual microtoponimia conservada en escrituras y cartografía. El donadío de Los Padules ocupaba ambos lados del viejo camino de Coín a Guaro, perviviendo el topónimo hasta nuestros días en el partido de Paule de Coín, desde el cruce de la carretera de Guaro hasta alcanzar Río Seco.

Los dominios de la alquería lindaban al Este con Puerto Falso, con la Sierra de Focairit (Cerro del Aljibe) y la Angostura. Hacia el Norte también es posible averiguar sus límites, a propósito de un deslinde efectuado en la Jara, en el cual se nos dice que, en la atalaya de Ardite, existía un mojón «que determinaba los términos de entre Guaro y los de Padules y Coyn».

Establecer los límites de la alquería supone conocer el poblamiento rural bajomedieval lindero a su territorio. En especial hablamos del castillo de Ḏakwān (Coín), los Villares de Algane (TM de Coín) y las torres de alquería de Guaro, Pereila (TM de Coín), Río Grande (TM de Guaro) y Torrecilla (TM de Coín). Habrá que matizar que los dos últimos son despoblados con entidad demográfica y defensas propias, sin embargo para el siglo XV no tienen la consideración de alquerías en sentido jurídico-administrativo, con sus términos, pastos y aguas, tal como lo fueron los despoblados de Pereila, Padules, Casapalma, Fahala, Hurique o Benamaquís.

Una de las noticias históricas que más interesa a nuestro estudio hace enumeración de los términos (y posibles alquerías) de la «Xara e Fexecot e Tamacen e Valentyn e los Padules». Hoy sabemos que la Jara lindaba con los Padules, Valentín y Tamaçin, lo que nos permite precisar la extensión territorial de sus términos. Sin embargo, no estamos en condiciones de precisar si fueron unidades de población en periodo bajomedieval, con la salvedad dicha de las alquerías de los Padules y la Jara

Desde los textos se descubre cómo la alquería de Los Padules debió extender sus límites desde Río Seco hasta Río Grande, sobrepasando el área irrigada para alcanzar la atalaya de Ardite, ya en la margen opuesta. En el deslinde realizado en 1576, desde Ardite hasta Río Seco, se mencionan un total de tres atalayas en torno a nuestra alquería, todas concentradas en un espacio geográfico muy reducido. Es posible fundamentar que estas atalayas no eran torres almenaras, posiblemente eran estancias o lugares elevados con buen campo visual (tal parece en el cerro Atalaya de Coín); aunque en el caso concreto, a decir verdad, podríamos inclinarnos por algún tipo de estructura, en tanto que en la zona hay vestigios y referencias materiales reflejadas en «un caseron de la atalaia Alta de Ardite » y una atalaya del Deyre.

En la actualidad, el topónimo Atalaya pervive en el término municipal de Coín y en el de Guaro, en ambos casos pudieron delimitar los modernos partidos de Paule y Guaro Viejo, siendo muy posible que, por su situación geográfica, sirvieran para separar los términos entre dichas poblaciones en periodo nazarí.


Comunidades rurales

Si las descripciones históricas del siglo XVI se prestaban al estudio de la alquería de Los Padules, qué duda cabe de que la toponimia conservada en esas mismas descripciones evocaba un pasado religioso y apuntaba directamente a los primeros cristianos de al-Andalus. En otras palabras, en el territorio de los Padules se daban cita la atalaya y sierra de Aldeire, el cerro de Santovítar y la loma de los Christianos. En la tarea de identificación de estos lugares debíamos tener presente que el territorio de Los Padules acogía cinco pequeños enclaves arqueológicos muy próximos entre sí, todos de época altomedieval y similares características, a los que cabe añadir nuestra alquería nazarí, donde se concentraría todo el poblamiento disperso de la zona para baja época medieval

El asentamiento de mayor importancia y antigüedad se encuentra situado en altura, ocupando parte de la cima de cerro Donoso y acogiendo en su órbita otros pequeños núcleos habitados situados en la colina de Paule, en el peñón de Guaro Viejo y en el cerrillo de la Plata, lo cual ayuda a explicar la ruralización del hábitat en torno al dayr y la atracción de éste sobre las comunidades asentadas a media ladera.

Cerro Donoso se orienta en sentido E-SW, extendiéndose desde Los Padules hasta las cercanías de la villa de Guaro. En su extremo oriental se localizan dos cumbres escalonadas. La de menor altitud se encuentra aterrazada artificialmente con vestigios visibles de hábitat, demostrando ser un enclave de suma importancia para fijar el momento de islamización en la zona. Se trata de un asentamiento andalusí en altura, no tanto por su cota como por las bruscas rupturas de pendiente. Se encuentra en término de Guaro a unos 360 msnm, ocupando parte de la cima del cerro en su vertiente oriental, constituyendo el punto más elevado de Los Padules.



Primeras hiladas del recinto de cerro Donoso en su caída oriental


Se observan pequeños niveles de derrumbes y las primeras hiladas de una estructura muraria muy consistente, acaso de algún edificio de planta alargada o quizá restos de estructura castral, tal existen en los cercanos cerros del Aljibe y Ardite. En cualquier caso estamos ante un recinto perimetral, quedando visibles algunas esquinas de lo que parecen ser estancias internas. La línea de muralla se advierte en la parte del cerro que presenta fisonomía abarrancada, a unos quince metros de donde se encuentra el material cerámico y las demás estructuras domésticas. No obstante el perímetro se puede adivinar siguiendo los niveles de derrumbe y las curvas de nivel en su caída oriental y septentrional, quedando al descubierto recientemente algunas estructuras no emergentes, como resultado de los intensos movimientos de tierra que viene sufriendo toda la corona del cerro.

En niveles superficiales, junto a estas estancias internas, se aprecian bastantes fragmentos de cerámica modelada a mano y torneta, sin que aparezca ningún vidriado altomedieval. Las producciones cerámicas y su ubicación en la cima del cerro nos animan a su identificación con el «aldeire de Santovítar». Al menos el lugar se ajusta con precisión geográfica a las descripciones del siglo XVI, como tendremos ocasión de ver.





El paisaje de Los Padules se muestra plagado de casas viejas abandonadas, exentas y dispersas por todo el territorio. Ninguna de ellas tenemos por medieval con toda certeza, pese a que algunas evidencian cajones de mampostería con hiladas de tejas y ladrillos. Decididamente sólo una despierta nuestro interés; se trata de una vivienda en estado ruinoso que reaprovecha un gran muro trasero de mampostería y tapial terroso, cuya localización geográfica hemos ilustrado en cartografía. 

El muro al que aludimos excede la altura y la anchura del perímetro de la vivienda, tiene mayor grosor, mayores mampuestos e incorpora sillarejos en esquinas. Su parte superior está fabricada en tapial, técnica poco habitual en el poblamiento rural de la zona, conservándose en buen estado y sin fisuras. El cuerpo inferior no es un zócalo de mampostería, vista su gran altura, más bien parece un tramo de muro perimetral, recrecido con varias tongadas de tapial terroso. Se trataría por tanto de una obra mixta, acaso ejecutada en distintas fases constructivas o quizá, al mismo tiempo, conjugando ambas técnicas.

No se advierte material cerámico en sus aledaños, posiblemente por haberse rebajado el terreno a cotas muy inferiores, tanto que el acceso a la casa se sitúa a más de un metro sobre el nivel del suelo y ni siquiera se observan restos de la vivienda derruida. De lo que no cabe duda es que estamos ante una estructura de origen medieval de difícil interpretación, vista sus características constructivas, su gran altura y solidez. Dicho esto, especialmente llama nuestra atención, a pocos pasos de aquí, casi encajonado en el arroyuelo que pasa al pie de cerro Donoso, un estrecho y escondido espacio hidráulico adyacente, todavía intacto, ligado a un pequeño manantial que desagua con atanores en una primitiva alberca de mampostería.






Ruinas de vivienda aprovechando muro de obra mixta en mampostería y tapial 
Las referencias documentales a la sierra del Aldeire y al cerro de Santovítar nos llevan a ubicar ambos topónimos en el actual cerro Donoso, lo que nos permitiría hablar de un deire consagrado a Santovítar, esto es, un cenobio donde se rinde culto a San Pedro. En la propuesta de localización todas las descripciones históricas nos llevan a un cerro entre los límites de Coín y Guaro, próximo a los caminos que atraviesan por Padules, dejando Río Seco al Sur y Río Grande al Norte.

Es fácil advertir que, tanto en la descripción de las tierras linderas con el cerro de Santovítar como en las linderas con la sierra de Aldeire, existen claras referencias a las tierras de Francisco Tello, a los caminos que atraviesan por Padules y a la divisoria entre las dezmerías de Guaro y Coín. Aún podríamos añadir que los topónimos Santovítar y Aldeire se encuentran ubicados físicamente en cerros, aunque éste último figura también como sierra y atalaya. La realidad es que sólo existen cuatro sierras por el entorno: cerro de Ardite, sierra Pelada, cerro del Aljibe y cerro Donoso. El primero y el segundo figuran tal cual en los textos; el tercero aparece como la sierra de Focairit y el cuarto, únicamente puede tratarse de la sierra de Aldeire, pues no existe otro posible en el contexto geográfico que muestran los textos.

En consecuencia, las descripciones nos llevan a un Santovítar emplazado en la sierra de Aldeire o un deire consagrado a Santovítar, todo ello teniendo en cuenta que probablemente el hagiotopónimo se extienda a los pequeños núcleos habitados. Nuestra propuesta de identificación se ve ratificada con los restos arqueológicos inéditos que observamos en la cima de cerro Donoso, sea tanto por los vestigios de cerámica común paleoandalusí, como por las estructuras emergentes que ilustran el texto










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 2009 Francisco Marmolejo Cantos

Capítulo correspondiente a la alquería de los Padules, extractado del libro Históricas y Arqueológicas del Medievo en Coín.


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